“¿Queréis que las provincias de la Unión sean una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli?”, consultó a los congresales Don Francisco Narciso Laprida, el Presidente del Congreso reunido en Tucumán.
La respuesta indubitable, al unísono colmó el pequeño recinto: “Si, queremos”.
De inmediato, ese 9 de julio de 1816 se labró el “Acta de la Emancipación”.
Los 33 congresales, representantes de todas las latitudes de las entonces provincias Unidas, habían iniciado las sesiones en la Ciudad de Tucumán el 24 de marzo de 1816. En cada encuentro plantearon las posiciones de sus representados, discutieron cada punto delineando
la estrategia para dar nacimiento a la nación libre e independiente: la República Argentina.
Ese fue el puntapié inicial. La independencia y la libertad requieren su cultivo y fortalecimiento cotidiano.
La independencia y la libertad social, política y económica se construyen con representación plena. Generando respuesta a la necesidades de cada uno de los habitantes de este suelo. Un ejercicio cotidiano que es menester lideren los dirigentes desde todos los ámbitos y que, cada uno de los argentinos abonemos desde nuestro lugar de trabajo.
A 203 años de la Declaración de la Independencia, juntos los trabajadores de la energía del país, trabajamos por el bien común y la justicia social para sostener la independencia y la libertad.