A 90 años de la creación de la CGT, el Secretariado Nacional de la FATLyF y los 41 Sindicatos de Luz y Fuerza del país bregamos por los ideales que le dieron origen y la proyectan hacia el porvenir. Así lo refiere en la nota especial por este aniversario, el Secretario General de la FATLyF, Compañero Guillermo Moser.
La organización vence al tiempo
La Confederación General del Trabajo, primera central obrera unificada argentina, nació en plena crisis del ‘30. Un nacimiento justo, oportuno. El preciso. En ese momento coincidente con la esperanza y la oportunidad que nuestro país, aún en crisis, constituía para los obreros. También, para confirmar que sólo la unidad provee la fuerza para superar la adversidad.
La Argentina, tierra por entonces atractiva para europeos de casi todas las nacionalidades, con prevalencia de españoles e italianos, fue el lugar al que los obreros europeos llegarían con sus conocimientos del trabajo industrial y su ideología. Socialistas algunos, comunistas otros, se unieron a los trabajadores locales, tanto los de la urbe como los provenientes del campo que empobrecía al ritmo de la crisis.
La estructura del empleo se transformó. Buenos Aires fue la gran convocante a raíz de la instalación de fábricas que sustituían las importaciones. También, el espacio en el que se visibilizó la orfandad de los trabajadores frente a un poder oligárquico, sordo y negado a los legítimos reclamos de las mujeres y los hombres de trabajo.
Con esta realilad en 1943 , llegó al por entonces Departamento de Trabajo, sinónimo del lugar que el poder le tenía reservado al trabajo, el Coronel Juan Domingo Perón. La más revolucionaria transformación de la historia obrera sobre la orbe, estaba en ciernes. Las empresas del gran Buenos Aires daban empleo al 70% de los trabajadores del país. La expansión del trabajo industrial creó condiciones propicias para la acción sindical. En esos días, el comunismo sería la corriente ideológica dominante. Sin embargo, los gremios de servicios, como el ferroviario, eran proclives a una actitud más prudente. Las huelgas iban ya en procura de derechos laborales y el reconocimiento de la representación gremial. Ese fue, en pocas palabras el panorama que aguardaba al joven Coronel, y que los poderes públicos ignoraron.
Una visión, un proyecto centrado en la dignidad que confiere el trabajo, una capacidad de liderazgo inusitada gestaron, desde 1943, una nueva conciencia social que encontró su máxima expresión el 17 de octubre de 1945. Una masiva y apullante movilización obrera no sólo lo liberaría de la prisión, sino que confirmaría a Perón como incuestionable conductor de un proceso de justicia social que transformó por siempre la vida de los argentinos. A partir de 1946, desde la Primera Magistratura comienza, ya con la inolvidable Compañera Evita cercana a los humildes, de donde ella misma provenía, la edificación de una nueva Argentina. Una Argentina que incluyó en la Constitución Nacional, en 1949, los Derechos de los Trabajadores, derechos que aún permanecen. Una Argentina que incorporó a su gobierno a representantes de los trabajadores, a dirigentes sindicales. Una Argentina con capacidad de discernir no sólo los engranajes para el funcionamiento adecuado a una gran nación.
La Argentina crecía. Pero, por especulaciones ajenas al interés nacional, Perón terminaría desde el golpe de 1955 en el exilio durante 18 años. Gremios intervenidos, sindicalistas perseguidos, algunos compañeros cuyo único pecado era seguir siendo peronistas, fusilados. El cadáver de Evita llevado de aquí para allá. Fue el escenario que la vieja oligarquía, con acompañamiento militar minoritario, instalaría. Otro país. Tenebroso. La CGT, intervenida y desde la clandestinidad, como columna vertebral del movimiento justicialista seguía fiel a la doctrina y a su líder. Luchaba por volver a vivir en una Argentina libre, justa y soberana. No aflojó nunca. Su sede, Azopardo 826, fue el lugar elegido por Evita para el descanso eterno. Un símbolo de la Patria que ella junto a Perón construyeron por la felicidad que las familias de los trabajadores y los humildes, hasta entones no conocían.
A esa CGT unida aspiramos. Por ese postulado los lucifuercistas trabajamos cada día, juntos, desde las bases y a través de toda la geografía nacional. Es el legado de nuestro líder y el mandato raigal de nuestra Organización sindical: la unidad para defender y sostener los derechos de los trabajadores, para hacer realidad nuevamente un país con justicia social. Con ese ideal la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza y los 41 Sindicatos que la integran, saludamos y celebramos estos 90 años de nuestra CGT.
El General Juan D. Perón en la CGT