“Habemus Papa” indicaba la fumata blanca desde el Vaticano hace 4 años, y el Sumo Pontífice era nuestro Obispo Bergoglio.  Desde entonces, Francisco produjo una revolución de amor, encuentro, humildad y entendimiento que es nada más y nada menos que la revolución que propuso Jesús.

Su vida pastoral es un ejemplo de sencillez, de cercanía con el otro.  Vive y actúa siendo el “pastor del rebaño” al que acompaña cualquiera sea la condición de sus integrantes; es que todos somos hermanos en Dios.

Sería más fácil si nos viéramos unos a otros como hermanos y hermanas viajando por el mismo camino”, dijo en su visita a Turquía en 2014.

Es el primer jesuita que se erige como sucesor de San Pedro. Precedido por 265 pontífices, su llamado trasvasa los límites de la Iglesia; sus pedidos a la reflexión y a la acción van dirigidos a la humanidad.

Enfrenta desde el primer día de su papado al capitalismo feroz, a las elites de poder, a la explotación del hombre, al abandono de las personas, a la destrucción del planeta, y abrió como nunca antes en la historia de la humanidad el diálogo interreligioso.

Su exhortación permanente es a transformar la realidad de los pobres, de los desprotegidos, de los desposeídos y cuidar la casa común. Ha depositado su esperanza en cada ser de esta tierra pero ha movilizado y comprometido muy especialmente a los jóvenes a quienes desde su histórica visita a Cuba les propuso “si das lo mejor de vos, el mundo puede cambiar”.

En estos 4 años, Francisco ha escrito dos encíclicas: ‘Lumen Fidei’, presentada en julio de 2013, escrita junto a Benedicto XVI y ‘Laudato si’, publicada el 18 de junio de 2015. Desde esta última insta enérgicamente al “cuidado de la casa común” teniendo como centro la vida de la humanidad, el equilibrio ecológico y la defensa de la naturaleza ante la irracional explotación.

Ha puesto en valor la caridad cristiana, la humildad y la misericordia.  Su sonrisa cálida y el amor fraternal que transmite en cada acción, en cada gesto y en cada palabra contrastan con la firmeza de sus decisiones, de sus convicciones y de su determinación de ser artífice, a partir del llamado de Dios, junto a la humanidad de la transformación del mundo de la indiferencia al mundo de la solidaridad.