Un pueblo, todo un pueblo, se movilizó tras una esperanza que renacía. A la que no habían renunciado nunca y ahora, se hacía realidad.
Perón volvía definitivamente a su Patria. De ese regreso, uno de los nuestros, Adalberto Wimer, por entonces Secretario de Prensa de la CGT, integró la comitiva que acompañó a Perón en su vuelo del retorno. Con él, Luz y Fuerza, era también parte de ese vuelo del líder a su tierra.
Al descender, una foto de alto valor simbólico registra el abarcativo e inolvidable saludo de Perón a su Patria, y a su pueblo todo.
Llovía. Lo protegía un paragüas. Lo sostenía José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT. Él era todos los trabajadores. Y ese paraguas se dimensiona. Contra viento y marea los trabajadores cubrieron a su lider. Fueron 17 años de exilio. Pero, los trabajadores no olvidaron. Y ahí estuvieron de a miles. Jóvenes y mayores. Hombres y mujeres.
El pueblo movilizado no temía a los 30 mil soldados con los que la dictadura lanussista pretendía intimidar a un pueblo militante. Perón era más que las amenazas. Era la esperanza… Contra viento y marea, renacía la militancia peronista. Y no dejará de crecer porque debe volver la justicia social, en una Patria independiente, libre y soberana.
Por estos valores asesinaron a cientos de trabajadores. Entre ellos, a dos líderes que guían nuestra militancia: José Ignacio Rucci y, nuestro inolvdable Oscar Smith. No olvidamos a ninguno. Todos eran del pueblo militante. Del auténtico peronismo: un movimiento, un pueblo militante, comprometido con una doctrina y un líder.
Es la militancia que sostenemos. Es la militancia que sembramos. Es la militancia que juntos, trabajadoras y trabajadores de Luz y Fuerza testimoniamos a lo largo y a lo ancho de la Patria.