El Documento Resolutivo del LVII Congreso Ordinario de la FATLyF resume el espíritu de las jornadas de sesiones donde cada palabra, cada gesto, cada propuesta los 40 sindicatos reunidos reconfirmaron  la fortaleza y mística de Luz y Fuerza.

 

DOCUMENTO RESOLUTIVO DEL LVII CONGRESO ORDINARIO DE FATLyF

“Compañero Ricardo Zaro”

“Dije que había llegado la hora del consejo y recuerden: Trabajadores, únanse y sean más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse nuestra hermosa Patria, en la unidad de todos los argentinos”. Perón  (17 de Octubre de 1945)

 

Frente a los nuevos tiempos de cambios que se han abierto en nuestro país, en los que no se ha explicitado claramente qué políticas deberían cambiarse y cuáles son las que -por el contrario- merecerían conservarse y profundizarse, los trabajadores argentinos creemos que resulta imprescindible una reflexión sobre los orígenes, los fundamentos y la filosofía del Movimiento Obrero Organizado. Por eso la cita que encabeza este documento, forma parte del mensaje volcado por el Coronel Perón ante la gigantesca movilización popular que lo rescató de la prisión militar y lo proyectó como conductor de un revolucionario Movimiento que se propuso hacer realidad, una Patria auténticamente Justa, Libre y Soberana.

Hace pocas semanas celebramos siete décadas del histórico 17 de octubre de 1945, acta de bautismo del Justicialismo y de una férrea alianza entre un Líder y su Pueblo, gracias a la cual, surgiría una  política hasta entonces inédita, una economía con rostro humano, un nuevo sindicalismo. Allí hunden sus raíces los lineamientos filosóficos y doctrinarios del Modelo Sindical Argentino, que desde aquellos años se constituiría como la única garantía para preservar y consolidar los derechos sociales, laborales, previsionales y asistenciales de nuestra familia trabajadora. Un Modelo edificado sobre la base de grandes uniones y federaciones nacionales por rama de producción, nucleadas en una única y monolítica Confederación General del Trabajo.

 

En ese marco, el 13 de julio de 1948, veintinueve sindicatos lucifuercistas de todo el ámbito nacional rubricaron el acta de nacimiento de nuestra Federación de Luz y Fuerza, una irrevocable unidad orgánica y solidaria, que edificaría una estructura gremial, social e institucional reconocida y respetada aún más allá de las fronteras nacionales. Los grandes pioneros de nuestra Organización lo denominaron Sindicalismo Múltiple, porque hizo realidad el acceso a la vivienda y al turismo social,  la colonia infantil,  los programas de educación sindical y capacitación profesional,  las casas del estudiante,  Fundaluz XXI,  una Caja Compensadora y un Convenio Previsional que dignifican la existencia de nuestros queridos jubilados y pensionados. Una sólida estructura, que se sustenta sobre dos pilares fundamentales: el Convenio Colectivo de Trabajo 36/75 y la excelencia de una Obra Social que ampara la salud y la calidad de vida de todos nuestros afiliados.

Después de haber sido reelecto por tercera vez como Jefe del Estado, el General Perón visitó la sede de la C.G.T. dictando conferencias magistrales con definiciones que siguen guardando plena actualidad. En ese escenario ratificó que “ya hemos alcanzado una Organización Sindical que posiblemente sea una de las más perfectas del mundo.  Yo en todas partes estuve en contacto con las organizaciones sindicales y no creo que en ningún otro lado se haya alcanzado, cualitativamente, el grado de perfección que nuestra Organización Sindical pone en evidencia todos los días”.

Este Modelo Sindical es único en el mundo, con un masivo índice de afiliación de trabajadores en relación de dependencia, y con un Movimiento Obrero que no sólo discute la mejora del salario y de las condiciones de trabajo, sino que ha montado una gran red solidaria de servicios sociales y asistenciales que no reconoce parangón, ni aún en los países más desarrollados.

Todo lo dicho hasta ahora nos sirve para entender cuáles deben ser hoy las prioridades del Movimiento Obrero Organizado, en un escenario político, económico y social que está plagado de dudas, acechanzas e interrogantes. En los próximos cuatro años va a gobernar el país una heterogénea coalición de partidos de centro-derecha cuyo eslogan unificador es: “Cambiemos”. ¿Pero qué será, específicamente, lo que el flamante elenco gubernamental se propone cambiar?

No cabe duda, que dentro de los grandes avances sociales registrados en los últimos doce años, han quedado  asignaturas pendientes de resolución, como por ejemplo: mejorar la distribución de los ingresos y la situación de los jubilados y pensionados,  solucionar el déficit habitacional que todavía afecta a millones de compatriotas, fortalecer la educación y la salud públicas, abordar y dar respuesta a temas tan trascendentes como la violencia de género acompañando con definiciones concretas la defensa de las mujeres, que son centro y eje de nuestras familias y de la sociedad, también fortalecer la lucha contra el narcotráfico que diezma nuestro país.  En la esfera de lo político y económico, quedan aún por reformar el injusto sistema impositivo, fortalecer las economías regionales, modernizar la infraestructura caminera, portuaria y ferroviaria, sumar valor agregado al complejo agroalimenticio y lograr el autoabastecimiento energético.

Es además, vital, dar continuidad y profundizar el derecho a la verdad y a la justicia por los crímenes de lesa humanidad, que tanto dolor han causado al pueblo argentino, a las organizaciones obreras y sociales y en especial a  nuestra familia de Luz y Fuerza que perdió en ese oscuro tiempo de la historia nacional, entre otros, al Compañero Oscar Smith.

Pero, cabe el interrogante: ¿Serán éstos los objetivos que se propone alcanzar el gobierno encabezado por el Ingeniero Mauricio Macri? Porque caracterizados miembros de su coalición se opusieron en su momento tanto a la renacionalización de los fondos previsionales como a la recuperación de empresas estratégicas como AySA, Aerolíneas e YPF, bastión de soberanía y palanca del autoabastecimiento energético. Entre sus principales asesores, figuran ex gerentes de empresas multinacionales y renombrados economistas de la cantera neoliberal, que tuvieron destacada participación tanto durante la dictadura militar, como en la época de la apertura financiera y las privatizaciones, que no sólo remataron a precio vil las “joyas de la abuela”, sino que arrastraron al país a la peor crisis institucional y macroeconómica de su historia. Porque cuando el compañero Néstor Kirchner asumió el poder, los bancos estaban quebrados, las persianas de las fábricas permanecían cerradas y una deuda externa impagable hipotecaba el futuro de la Argentina. Y fue gracias a una exitosa renegociación y a la ruptura de las cadenas que nos ataban a los planes de ajuste impuestos por el Banco Mundial y el FMI, que nuestro país recuperó la autonomía política y la independencia económica. Y lo hizo aplicando las clásicas y efectivas recetas del Justicialismo: fortalecer el mercado interno y el consumo popular, defender la producción nacional de la ruinosa competencia externa, recuperar los fondos previsionales de la especulación financiera para invertirlos en grandes obras de infraestructura y en programas sociales que iban a amparar a millones de compatriotas que habían quedado excluidos del mercado laboral.

A partir de esa base de reconocimiento del bien social, el Estado se erigió como impulsor del desarrollo económico, defensor de la soberanía y garante de la justicia social. Ante la falta de inversiones de riesgo del sector privado, el Gobierno creó la Empresa ENARSA, extendió la red federal de transporte en alta tensión y culminó la construcción de obras emblemáticas como Yacyretá y Atucha II. Deja en pleno proceso de concreción el Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear de Embalse, deja proyectadas otras dos nuevas centrales nucleoeléctricas y licitadas las represas hidroeléctricas que se erigirán sobre el Río Santa Cruz.

También el Gobierno Popular equilibró las relaciones entre el Capital y el Trabajo, reabriendo las negociaciones paritarias y  posibilitando que los trabajadores recuperemos la dignidad de defender el poder adquisitivo del salario y avanzar hacia el constante mejoramiento de las condiciones laborales.

Todas estas son conquistas y avances de enorme significación que benefician al conjunto del pueblo argentino y que de ninguna manera deben ser reducidas ni anuladas, ya que constituyen una sólida plataforma para seguir avanzado hacia esa Argentina Potencia que todos anhelamos.

También en el futuro staff gubernamental se han escuchado voces que hablan de una devaluación, de la quita de subsidios y el aumento de tarifas (que liquidaría el nivel adquisitivo del salario), de un rápido arreglo con los “fondos buitres”, de volver a endeudarnos con la banca internacional, de una apertura comercial que arrastraría a la ruina a importantes sectores de la industria nacional. Se nos dice que hay que terminar con tantos controles y regulaciones estatales, porque el “Mercado” es el mejor y más eficiente asignador de recursos.

Sin embargo, el Papa Francisco ha señalado claramente que “la inequidad es raíz de los males sociales”. Agregando que “ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del Mercado. Porque el crecimiento en equidad exige programas y mecanismos orientados a una mejor distribución del ingreso, a la creación de fuentes de trabajo y a una promoción de los pobres que supere el mero asistencialismo”.

Contradiciendo ciertos cantos de sirenas que vuelven a ilusionarnos con las supuestas bondades de una “economía libre”, cuatro décadas atrás el General Perón ya nos había advertido que “cuando a la economía no la orienta el Gobierno, la orientan los grandes consorcios económicos, con esta diferencia: el Gobierno la orienta en beneficio de todos los habitantes del país y los consorcios capitalistas hacia sus cajas registradoras”.

Ante todos los grandes desafíos e interrogantes que ensombrecen el futuro político de nuestro país, sólo cabe una respuesta concreta y positiva: seguir trabajando esforzadamente para consolidar una Confederación General del Trabajo única y monolítica, que vuelva a ser protagonista en la mesa donde se deciden los grandes temas nacionales. Una central obrera con conducción  representativa, liderada con integridad, coherencia y convicciones, que sea capaz de gestionar y luchar por las legítimas reivindicaciones del conjunto de los trabajadores organizados, sin sectarismos ni exclusiones de ningún tipo. Priorizando por sobre todas las cosas, la enérgica defensa y consolidación del Modelo Sindical humanista y cristiano que nos legara el General Perón, porque constituye la única garantía para preservar los derechos sociales, laborales, previsionales y asistenciales de nuestra familia trabajadora. Un Modelo que no sólo dignificó la existencia material de los trabajadores, sino que, por primera vez en la historia los convirtió en artífices de su propio destino.

Pilares de ese modelo son los Convenios Colectivos de Trabajo y las Obras Sociales Sindicales, que brindan a nuestras familias una cobertura completa, efectiva y solidaria, que jamás podrá ser comparada ni aún con la más sofisticada empresa de medicina privada, para la cual, siempre lo más importante será el saldo a favor de su balance financiero. Mientras que para nosotros siempre lo más significativo será el superávit social, que en este campo no se limita a tratar y curar la enfermedad, sino que apunta a mejorar el bienestar integral y la calidad de vida de nuestros afiliados.

Dentro de la agenda de reclamos que la C.G.T. deberá elevar con urgencia a consideración del futuro Gobierno, debe remarcarse el  despojo a nuestros salarios que implica la injusta y arbitraria aplicación del llamado impuesto a las ganancias. Porque el trabajo no es una actividad comercial que arroje ganancias, sino que es una contraprestación en la cual el ser humano entrega sus mejores esfuerzos para lograr una retribución –generalmente insuficiente- que posibilite una vida digna para su familia.  También es fundamental exigir la defensa de la normativa que establece la asociación sindical por rama de actividad, en defensa de los plenos intereses de nuestro sector.

El Papa Francisco nos recuerda que “en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida. Mientras que el salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común”.

Por todo lo dicho y frente a los acuciantes desafíos del futuro, el Movimiento Obrero no puede dejarse guiar por espejismos ni falsas opciones que podrían volver a atrasar la brújula de la historia. Los resultados del reciente balotaje, mostraron a la ciudadanía partida en dos mitades: por un lado un frente heterogéneo carente de historia y de identidad política y, por otro lado, distintas variables del Peronismo, que sigue siendo la fuerza aglutinadora de las grandes mayorías nacionales y de la defensa irrestricta de la justicia social y la soberanía nacional. El rol que nos cabe cumplir a los trabajadores en el proceso de reconstrucción y liberación nacional, fue definido por el Presidente Perón al hablar en Plaza de Mayo el 1º de mayo de 1974: “La clase trabajadora argentina, como columna vertebral de nuestro Movimiento, ha de llevar adelante los estandartes de nuestra lucha”.

 

Por todo lo expresado, este LVII Congreso Ordinario de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza

 

RESUELVE

 

1º) Aprobar todo lo actuado por el Secretariado Nacional.

2º) Encomendar a nuestros representantes ante los estamentos orgánicos del Movimiento Obrero, que sigan bregando incansablemente para lograr la consolidación de una C.G.T. única y monolítica, donde se dejen de lado todo tipo de intereses personales y sectoriales, para que los trabajadores vuelvan a ser activos protagonistas, en la mesa donde se definen los grandes temas nacionales.

3º) Reivindicar la plena vigencia de la Libre Negociación Colectiva, porque es el único mecanismo que permite que los trabajadores defendamos el poder adquisitivo del salario y el mejoramiento constante de las condiciones del trabajo.

4º) Terminar con los resabios de las políticas de desregulación y precarización laboral de la década de los ’90, hasta lograr que ningún trabajador lucifuercista de la Argentina, deje de estar bajo el amparo de nuestro Convenio Colectivo de Trabajo.

5º) Consolidar el financiamiento y el fortalecimiento del Sistema Solidario de Salud, porque nuestras Obras Sociales son las únicas instituciones que a lo largo del tiempo, han garantizado la salud y el bienestar integral de la familia trabajadora.

6º) Reclamar una profunda reforma impositiva que grave el juego, las rentas financieras y otras actividades improductivas, terminando al mismo tiempo con la injusta aplicación de ese arbitrario impuesto que castiga el bolsillo de los trabajadores.

7º) Reclamar la continuidad y profundización del programa nacional de desarrollo electroenergético, construyendo las dos nuevas centrales nucleoeléctricas que están proyectadas y el gran complejo hidroeléctrico sobre el Río Santa Cruz, canalizando además fuertes inversiones para la modernización del sector de distribución. Se debe diversificar la matriz energética  con un decidido impulso a las fuentes renovables, todo ello en el marco de un programa coherente de mediano y largo plazo, que asegure tanto la accesibilidad como la sustentabilidad de un servicio esencial para el desarrollo nacional.

8º) Sobre la convicción de que  “Luz y Fuerza Somos Todos”, los 41 sindicatos hermanos, y a partir del trabajo orgánico, solidario y mancomunado haremos realidad estos objetivos y estaremos de pie en cualquier lugar de la geografía nacional, en la que sea preciso defender a uno solo de nuestros trabajadores, porque esa es la clave de la histórica fortaleza y la mística de nuestra querida Organización Sindical.  Porque “Luz y Fuerza Somos Todos” y juntos somos invencibles.

Mar del Plata, 26 de noviembre de 2015

GUILLERMO MOSER

Presidente del LVII  Congreso Ordinario de FATLyF