Recordamos hoy el gélido 1 de julio de 1974.  Aquel día el General Juan D. Perón, el por entonces Presidente de la Nación, el Compañero, el Primer Trabajador pasó a la inmortalidad.

Nos legó pertenencia social e identidad política.

A partir de él, de sus decisiones y acciones concretas, la clase trabajadora argentina fue reconocida como tal; no sólo en nuestro país sino ante la faz del mundo. 

Los derechos y conquistas alcanzados al impulso de la doctrina y de la política de Perón invisten aún hoy de dignidad a las mujeres y hombres de trabajo.  Al movimiento obrero nos impuso el compromiso de sostener y custodiar de esos derechos y conquistas, a través del tiempo y en todas las circunstancias.

La hora que hoy vivimos requiere que, tal como lo expresó en su mensaje del 21 de junio de 1973, “todos los argentinos sin distinción de banderías, todos solidariamente nos pongamos en la perentoria tarea de la reconstrucción nacional, sin la cual estaremos todos perdidos”.