Comenzamos a desandar este mes de junio centrados en la figura de Manuel Belgrano. Hoy recordamos los 250 años de su nacimiento acaecido en la colonial Ciudad de Buenos Aires, el 3 de junio de 1770. El 20, traeremos a la memoria su deceso, ocurrido en 1820 y, en consonancia con esa fecha, lo honraremos celebrando el Día de la Bandera.
Manuel Belgrano recibió su formación inicial en el Colegio de San Carlos, luego en España se formó en las universidades de Salamanca y Valladolid. Regresó a su tierra natal, como abogado y cargado de los ideales que propició la Revolución Francesa. “ Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”.
Soñó con la formación de la Patria y puso su vida en ello. “Sirvo a la Patria sin otro objeto que el de verla constituida, ése es el premio al que aspiro”. Fue protagonista central de la Revolución de Mayo, de la lucha por la libertad y del largo camino hasta lograr la Declaración de la Independencia en Tucumán, el 9 de julio de 1816.
Sus ideas revolucionarias no alcanzaron sólo a lo político. Sus principios profundamente humanistas tuvieron al centro el desarrollo de las personas y de la sociedad a partir la formación y del hacer de sus integrantes. Cultor de la educación sostenía: “Fundar escuelas es sembrar almas” y “Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos”. Economista y ferviente defensor de la producción agrícola y la transformación de la materia prima propiciaba su difusión con especial ahínco, “Fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio son los tres importantes objetos que deben ocupar la atención”. “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”.
Anheló un país libre, con educación y justicia, con difusión de las ideas, con respeto por cada uno de sus habitantes y de sus instituciones, bregó por una función pública transparente y ejemplar, alentó la producción sustentable de la tierra, la industria y el comercio.
A 250 años de su natalicio aún sus ideales están escasamente cumplidos. Sus principios rectores olvidados. Abrazarlos y ponerlos en práctica con la impronta de este tiempo, es el más merecido homenaje a su vida, la que entregó por su presente y por el porvenir de esta tierra.
“Mucho me falta para ser un verdadero padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”.
Manuel Belgrano