Un clima de descontento social, enojo, sensación de profundo desconocimiento por parte de las autoridades acerca de las necesidades y el sentir del pueblo, describen de algún modo según los reportes históricos, el mes de mayo de 1810. En las por entonces tierras del Virreinato del Río de la Plata, comenzaba a gestarse un movimiento libertario que tuvo su punto cúlmine en Tucumán, el 9 de julio de 1816; la independencia.
En la semana del 18 al 25 de mayo, conocida como Semana de Mayo, los sueños libertarios tomaron fuerza. Luego de varios sucesos locales vinculados con las noticias que llegaban de la Península Ibérica, el Cabildo Abierto del día 22 reunió a ilustrados, militares, representantes de la corona, criollos, mujeres y hombres que con la certeza de esa necesidad de libertad, debatieron acaloradamente acerca de la forma de gobierno más conveniente.
La voz, el clamor; “el pueblo quiere saber de que se trata”!, esa forma de participación del pueblo en los asuntos que definen su vida es la que, a pesar de haberse acallado en tantos momentos de la historia nacional, debemos mantener en alto. Es, al mismo tiempo un derecho y una obligación. Construir la realidad que decimos anhelar nos debe ocupar a todas y a todos, desde cada uno de nuestros lugares con compromiso y sentido solidario.
La libertad, el bien más preciado de un pueblo se construye y se sostiene. “Si somos libres, todo nos sobra” –José de San Martín-.
Esta Semana de Mayo de 2021, en un contexto muy particular signado por la pandemia global, se propone como una oportunidad para reflexionar sobre el rol de cada uno en el sostén de esa libertad.