El 23 de septiembre de 1947, durante el primer gobierno del presidente Juan Domingo Perón, se promulgó en Argentina la Ley 13.010 que instituyó el voto femenino.

El propio presidente, el pueblo y la historia, le reconocen a la Compañera Evita su encendido trabajo en favor de los derechos políticos de la mujer argentina.

Evita abrazó la lucha, que ya sobre finales del siglo XIX iniciaron militantes socialistas y anarquistas, y no descansó ni un minuto hasta convertirla en realidad.

Tras el triunfo electoral que erigió a Juan D. Perón como presidente de la Nación, “la abanderada de los humildes” afirmó: «La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquella que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre; aquella que hizo oír su voz en la fábrica, en la oficina y en la escuela; aquella que, día a día, trabaja junto al hombre en toda gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos».

Por su parte, el presidente Perón en su primer mensaje ante el Congreso Nacional, el 26 de julio de 1946 planteó la necesidad de convertir en ley el derecho de voto femenino.

La lucha fue coronada, aquel 23 de septiembre de 1947 en el que una Evita visiblemente emocionada, ante una Plaza de Mayo colmada dijo: «Mujeres de mi patria: recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo entre vosotras con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos, una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas. Por eso hay en ella crispación de indignación, sombra de ataques amenazadores, pero también alegre despertar de auroras triunfales. Y eso último se traduce en la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las castas repudiadas por nuestro despertar nacional».