“Es cuando le das de ti mismo que dais de verdad.” Kahlil Gibran

A veces, llegan palabras, relatos o  libros mágicos que nos hacen replantear muchas cosas. En otras oportunidades, llega a nuestras vidas, una persona que nos hace sentir que cada instante es mágico, que la vida es ahora y nos ha sido dada para honrrarla más allá de la propia existencia, proyectándonos, posibilitándole a  alguien más apostar a la vida.

Asi llegó Stefanía Vier a nuestras vidas, aunque ella es parte de la vida OSFATLyF desde el vientre materno.  Hija del  Compañero Luz y Fuerza Rubén Vier de Montecarlo en Misiones y de Claudia Acosta, una enamorada de vivir y  ejemplo de mamá, Stefi siempre estuvo amparada por la cobertura de nuestra Obra Social que reconocen como contenedora no sólo desde la cobertura sino por  el acompañamiento y especialmente agradecidas a la Delegación de Misiones. Stefi considera a la OSFATLyF “la mejor herencia que pudo dejarme mi papá”, pues Rubén Vier perdió la vida en un accidente de tránsito camino a Posadas cuando ella apenas tenía 5 años.

Nació con una insuficiencia cardiopática por disfunción ventricular (aurículas comunicadas y ventrículo único) que requirió desde sus primeras horas consultas, derivaciones, tratamientos especiales e intervenciones quirúrgicas. A los 10 días de vida ingresó por primera vez al quirófano, por segunda vez al año y medio y luego a los seis recibió la válvula de un donante. Asi de pequeña y desde entonces, con una sonrisa enmarcando  su rostro ella decía: “vivo porque un pedacito de alguien está en mi corazón”.

Fue difusora de un mensaje de vida desde la más cálida inocencia y es ese mensaje, esa convicción, esa relación intensa con la vida misma la que hoy a sus 22 años y luego de un trasplante de corazón, seguido a través de la televisión abierta por todo el país, la transforma en una esperanza de vida para muchas personas.  Apuesta a todo por la vida, por la vida de todos, por el honor y el reconocimiento a la familia que decidió en un momento de dolor donar los órganos de su ser querido para que ella volviera a la vida plena y por todas las personas y familias que deciden por  la donación.

Es un torbellino de esperanza, de luz, de amor incondicional y sin barreras que repite a cada momento “debemos ser agradecidos en esta maravillosa vida, sonreir y vivir!!!!”, lo importante es estar convencidos de donar, pues es al momento de dejar esta vida, una posibilidad para seguir viviendo en otro y eso puede ser maravilloso.

Ella esperó por 101 días la llegada de un corazón compatible….y llegó, llegó porque como afirma Stefi “una gran y hermosa familia  dijo SI, y yo volví a sentir lo mágico que es VIVIR”.  Con las primeras luces del día esperado, Claudia Acosta -la mamá- decía: “Amanece en Buenos Aires y el cielo tiene un nuevo ángel. Este ángel se fue y dejó el mejor regalo, dejó su corazón para Stefy”.

Luego del  operativo de ablación, el implante del corazón en el cuerpo de Stefanía, demandó unas 12 horas de quirófano y un equipo especializado de la Fundación Favaloro compuesto por más de 30 profesionales. Algunos días antes hubo un intento de trasplante pero el órgano donado no estaba en condiciones de ser trasplantado y en esa oportunidad la primer frase de  Stefi fue: “Mamá voy a seguir viviendo”.  “Ella siempre le sonrió a la vida y eso la hizo fuerte”, sostiene su mamá.

Stefanía y Claudia nos recibieron con un cálido abrazo  en su departamento del Intersur Suites de Avenida Corrientes en Capital Federal, que la OSFATLyF dispuso como su lugar de residencia  durante la estadía en Capital Federal en los meses previos al trasplante y en los posteriores de seguimiento médico, biopsias y tratamientos específicos. Esa tarde, matizada con mates misioneros y torta casera de chocolate, una joven plena de vida e ilusión llenó nuestros corazones con una esperanza que no puede quedar en nosotros; es una esperanza que debemos difundir, sembrar y multiplicar: “donar organos es dar vida”.  Todos podemos, todos debemos por nosotros, por nuestros hijos, por todos, porque sabemos que ser solidarios es estar en el otro.  Stefi: gracias por esta gran lección de vida, de fuerza, de esperanza y porque luego de esta tarde, más que nunca enarbolamos un dicho anónimo que reza:“Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”.