María Eva Duarte nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Llegó a la capital metropolitana con tan sólo 16 años, atesorando su sueño personal. No imaginó por entonces, que sería una pieza clave en la transformación de la sociedad argentina que alumbró, a partir de 1946 con la llegada de Juan D. Perón al Gobierno nacional, los sueños de miles de argentinos.
“Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar sin esperar”. Esta afirmación de Evita remite a su esencia. A esa actitud de enérgico hacer ante la injusticia y a esa entrega personal para abrazar a los excluidos y rescatarlos del olvido, devolviéndoles dignidad.
Mucho podríamos recordar de su hacer incansable, de su obra, de su lucha. Está grabada indeleble en la historia de nuestro país, y en la vida de miles de argentinas y argentinos. En este tiempo, su memoria nos interpela e invita a no desfallecer en el trabajo cotidiano y permanente por la igualdad de derechos, la inclusión y la justicia social.
A 101 años de su nacimiento, la realidad convoca a “correr y dar sin esperar”.
En este día, el Secretariado Nacional de la FATLyF y los 41 Sindicatos hermanos de todo el país, recordamos a nuestra Compañera Evita y honramos su legado.